jueves, 14 de enero de 2016

El poder de las palabras en nuestra vida

Las palabras contienen un tremendo poder positivo y constructivo o poder negativo. Las palabras pueden envenenar, las palabras pueden sanar. Las palabras comienzan y libran guerras, pero las palabras establecen la paz. Algunas se clavan como puñales. Y eso en la empresa puede ser muy perjudicial y desmotivador.

La mayoría de nosotros no entendemos lo poderosas que son las palabras y el efecto tan grande que tienen en nuestras vidas. Piénsalo. Incluso dos simples sílabas, pa-pá, son lo bastante poderosas para hacer llorar a un hombre adulto cuando su bebé las pronuncia por primera vez.
 
Una palabra adecuada pronunciada en el momento correcto en realidad puede cambiar una vida.

Las palabras que salen de nuestra boca entran en nuestros propios oídos al igual que en los oídos de otras personas, y después pasan a nuestra alma, donde nos causan gozo o tristeza, paz o disgusto, dependiendo del tipo de palabras que hayamos pronunciado.

Cuando entendemos el poder de las palabras y nos damos cuenta de que podemos escoger lo que pensamos y hablamos, nuestras vidas pueden ser transformadas. Nuestras palabras no son forzadas sobre nosotros; se formulan en nuestros pensamientos y entonces nosotros las pronunciamos.

Podemos aprender a escoger nuestros pensamientos, a resistir los malos y pensar en los buenos, los sanos y los correctos. Donde va la mente, el hombre le sigue. También podríamos decir que donde va la mente, ¡la boca le sigue!

Tener una perspectiva positiva de la vida y hablar palabras positivas son dos de las cosas más apacibles que podemos hacer.

Las palabras son maravillosas cuando se utilizan de manera adecuada. Pueden edificar, alentar y dar confianza a quien las oye. Una palabra adecuada pronunciada en el momento correcto en realidad puede cambiar una vida.

Como dice Mark Waldman y Andrew Newberg en el libro Las palabras pueden cambiar tu cerebro, cuando pronunciamos palabras como ‘no’, ‘estrés’, ‘obstáculo’, ‘difícil’, ‘imposible’ o ‘problema’, en nuestro cerebro se iluminan áreas relacionadas con la amígdala y con la segregación de CORTISOL, ambas zonas vinculadas la generación de estrés.

Mientras que cuando nos hablamos en positivo, con expresiones del tipo de ‘logro’, ‘beneficio’, ‘alegría’, ‘nacer’, ‘vivir’, ‘sonrisa’, ‘conseguir’, se iluminan las áreas relacionadas con las emociones y con la segregación de DOPAMINA, vinculada al bienestar y al buen humor. Por lo tanto, ya lo sabes, si quieres generar buen rollo en tu empresa utiliza con cuidado las palabras.

Sería un sabio ejercicio tomar un rato al final de cada día y pensar en las cosas de las que hemos hablado ese día. Sin duda, siempre que nos sintamos un poco tristes deberíamos preguntarnos de inmediato: «¿De qué he estado hablando?». Nuestras palabras no causan todos nuestros problemas, pero sí causan una gran cantidad de ellos, y se les debería dar bastante consideración cuando estamos buscando respuestas a los problemas a los que nos enfrentamos en la vida. Todos tenemos desafíos en la vida, pero podemos hacer que sean mejores o peores mediante el modo en que hablamos de ellos.

Fuente: "El Poder de la Palabra" (Joyce Meyer), Emprendedores.es