El avance de la tecnología ha contribuido históricamente al desarrollo de los intercambios comerciales entre distintos actores. El comercio electrónico se enfrenta a nuevos retos que permitan resolver de manera segura la demanda de los consumidores y usuarios de las organizaciones.
Esta situación ha llevado a la adopción de entornos híbridos para desarrollar diferentes procesos transaccionales y de servicio, incluyendo la infraestructura de terceros que acompañan el crecimiento de esta industria.
El Informe Sobre el Desarrollo Mundial 2022, realizado por el Banco Mundial, habla del comercio electrónico como una de las alternativas que se mantuvo activa durante la pandemia, y del que se espera mayor crecimiento en los próximos años.
Gracias a la tecnología no solo se pueden realizar compras desde la comodidad del hogar en cualquier parte del mundo, sino que también hay diversidad de herramientas de pago y entrega que son bastante atractivas para las personas.
Importantes aportes
En Latinoamérica, los datos de la CEPAL indican que los sitios web empresariales aumentaron cerca del 800% en Colombia y México, y un 360% en Brasil y Chile. Un indicador de la creciente demanda de los usuarios por obtener servicios y facilidades de compra en internet.
Facilidades de Pago
Dentro de la cadena de intercambio, una de las partes más importantes es el pago por los servicios o productos. En el eCommerce, este proceso involucra tanto a los usuarios, como a las empresas y hasta a las instituciones financieras que se conectan por medio de una infraestructura tecnológica eficiente y segura, para realizar de la mejor manera sus operaciones.
De esta forma, en el comercio electrónico se han aplicado elementos como: pagos por medio de códigos QR, vinculación de eWallets, que facilitan las transacciones de los usuarios, Tap to Phone, como forma de pago sin contacto por medio de dispositivos móviles, entre otras opciones tecnológicas. Según el informe publicado por Mastercard y Americas Market Intelligence, antes de la pandemia, sólo el 45% de los latinoamericanos había realizado una transacción en línea; desde entonces esta cifra aumentó hasta el 83%.
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