(Por. Joel Siancas Ramírez)
Me preguntaron hace poco, ¿cómo quiero el Perú en los próximos treinta años? Me ubiqué en el año 2050. Después de tantas desgracias en años y siglos pasados, la pandemia del COVID-19 marcó un antes y un después en nuestra sociedad. El Perú realiza una profunda transformación social, política y económica. En ese caminar entre los años 2020 al 2050 por fin pudimos disfrutar del Perú que todos queremos.
Un Perú moderno, ordenado y culturalmente desarrollado.
El desarrollo del país no es cuestión de ideologías sino de concertación y unidad. De no ser sólo exportadores de materia prima, sino productores y transformadores para generar niveles de riqueza. Aprovechar la ubicación estratégica en América del Sur para intercambiar comercio con el mundo y ser los líderes de la región. Proyectar nuestra cultura ciudadana basados en el orden, la disciplina y el respeto. Contribuir a la convivencia social pacífica sobre la base de lecciones aprendidas para crecer de manera exponencial en el campo tecnológico sin nada que envidiar a otros países del mundo como Corea del Sur o India.
Educación y Salud: Construir una sociedad de confianza.
Ordenar el sistema educativo sustentado no sólo en infraestructura de calidad, sino en el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje, en que sus actores cumplan su rol: familia, Estado, maestros, estudiantes y sociedad. Erradicar todo tipo de corrupción con una clara escala de valores. Fomentar una formación académica y humana en todos los niveles y ser parte de una verdadera sociedad de confianza, donde los objetivos individuales confluyan en el Bien Común. Formar personas y profesionales especializados para hacerlos más competitivos en mercados cada vez más exigentes. Mejora de la de salud pública a nivel de profesionales e infraestructura. Que las personas tengan acceso a sistemas de salud de calidad: atención oportuna, medicamentos disponibles y recursos económicos para atenderse adecuadamente.
Un Estado árbitro que promueva el empleo para generar riqueza.
Los esfuerzos deben confluir en generar riqueza y distribuirla de manera justa. Tolerar situaciones de convivencia entre actividades económicas para impulsar esta riqueza. El rol social del Estado está en ser árbitro y tender puentes, alimentar diálogos, no en imponer ideologías. La tecnología juega rol juega vital estableciendo sistemas integrados de información para un mayor grado de inclusión financiera y la eliminación de la pobreza, material como educativa, de todos los peruanos.
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